Nairobi
Nanjira Sambuli, Politóloga

De Nanjira Sambuli

Nanjira Sambuli  © © World Wide Web Foundation  Nanjira Sambuli © World Wide Web Foundation

¿Qué podría simbolizar para usted su situación actual o la de su país?

Los kenianos, conociendo la fragilidad de la infraestructura del país, advirtieron al gobierno para que tomara medidas anticipadas incluso antes de que se hubiera confirmado el primer caso. No nos escucharon. El número de casos confirmados está aumentando. El concepto de distancia social es una expresión ajena a nuestras lenguas. El llamado a quedarse en casa tiene algo de cruel, ya que el sustento de la mayoría de la población está vinculado a la actividad cotidiana en las calles. El toque de queda nocturno desató la violencia estatal y costó la vida de tantos kenianos como los que murieron por el virus. Es como si la policía quisiera sacarle a golpes el virus a la gente.
 
Las conferencias de prensa que todos los días da el Ministro de Salud a las cuatro de la tarde son un ritual de anticipación. Nos informa de nuevas infecciones y nos reta porque no tomamos en serio el virus. Siempre lo mismo.
 
Este titular del periódico Daily Nation (April 3, 2020) simboliza la desconexión entre el pueblo y quienes conducen el destino del país, Una reacción a este titular podría ser: ser keniano es estar bailando siempre, diariamente con la muerte. El coronavirus es uno más en la larga lista de obstáculos puestos en el camino de los kenianos.
 

¿Cómo cree que la pandemia transformará el mundo? ¿Qué consecuencias ve en el largo plazo?

Nuestros legisladores son desaparecidos en acción (pero siguen opinando junto con nosotros en las redes sociales). Se les puso un brusco freno a sus politiquerías, en las que ponían más energía que en el gobernar; los recursos del presupuesto se desviaron para detener el virus. Por una vez, los titulares de los periódicos no son sobre las maquinaciones de nuestros políticos.

Nadie puede ir al exterior para tratarse. Si alguien de la clase gobernante o de los ricos “se pega esa cosa”, deberá contentarse con el sistema de salud de aquí, que ha sido descuidado mucho tiempo. (Lo mismo pasa en casi todo el continente).

Estamos juntos en esto; el coronavirus no hace diferencias.

Al mismo tiempo, vemos que se implementan políticas que se deberían haber tomado mucho tiempo atrás. La producción local de equipos de protección para los profesionales de la salud está en marcha. ¿Por qué, hasta ahora, dependimos de las importaciones?
 

¿Qué le da esperanza?

Que se haya quitado la alfombra bajo la cual se escondía la mayoría de los problemas del país, derivados de políticas y estilos de gobiernos que producían exclusión. Ahora tenemos que enfrentarnos a esa suciedad. Para sobrevivir, el gobierno actual tiene que, por fin, ponerse a trabajar. No creo que ya podamos volver a ocultar la suciedad. Eso sí, se deberán hacerse esfuerzos concertados.

Aunque las ahoguen, las voces de descontento se escuchan en cada rincón del país. Y en los próximos meses lo único que harán será aumentar. Eso me da esperanza, extrañamente, porque tenemos la oportunidad de mejorar nuestro tejido social. Nuestro utu –nuestra humanidad y sentido de comunidad– está vivo y goza buena salud. Espero que podamos activarlo para encauzar a nuestro gobierno por el buen camino.

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