Jakutsk
Wjatscheslaw Schadrin

La pandemia es una advertencia para toda la humanidad: el ser humano se volvió demasiado arrogante, ya no respetaba a la naturaleza, se consideraba su amo y señor. Y tan solo es el primer aviso. Si no reflexionamos, todo empeorará. El medio ambiente destruido y las secuelas del cambio climático mundial van a causar catástrofes naturales aún más grandes: incendios forestales, inundaciones, sequías, tormentas, tornados y tsunamis.

De Wjatscheslaw Schadrin

Wjatscheslaw Schadrin  © © Wjatscheslaw Schadrin  Wjatscheslaw Schadrin © Wjatscheslaw Schadrin
Los pequeños pueblos indígenas de la Federación Rusa vivimos en las remotas regiones del norte, en Siberia y el Lejano Oriente, con una red de comunicaciones insuficiente y en una suerte de aislamiento. Si se llegara a propagar aquí un virus, las autoridades locales no tendrían la capacidad de enfrentar de manera adecuada la epidemia; por ejemplo, en el pueblo de Bogorodskoye, en la región de Ulchiski del territorio de Jabárovsk, y en el pueblo Hongor-Bie, en la región de Namzi de la República de Sajá (Yakutia). La pandemia de coronavirus ha demostrado lo poco desarrollada que está la asistencia sanitaria en estos lugares: en muchos pueblos no hay médicos, hospitales, parteras ni farmacias y, por lo tanto, tampoco medicamentos básicos.
 
A causa de la implementación de las restricciones requeridas por el coronavirus, se constató que estos lugares, en los que habitan pueblos indígenas tradicionales, dependen de la provisión externa de bienes. Si se llegara a interrumpir el flujo de mercancías, estas poblaciones verían en peligro su existencia. Ante la pandemia cada vez más fuerte y extendida y las medidas de cuarentena, los pequeños pueblos indígenas se encuentran en una situación económica y social difícil que amenaza su supervivencia étnica y cultural, y afecta a localidades, municipios y pueblos enteros.
 
La desigualdad también es notoria en el ámbito digital: en muchos pueblos no hay internet ni una red celular estable. Los pueblos indígenas viven según sus tradiciones en lugares con infraestructura poco desarrollada y un acceso limitado a la red celular y a un servicio médico digital.
 
Les trabajadores temporales representan un peligro de contagio para les lugareñes. Ponen en riesgo a la población local, porque en esos lugares siguen activas las minas, con campamentos base para la fuerza laboral temporal proveniente del exterior. En Yakutia, por ejemplo, estes trabajadores temporales fueron propagadores del coronavirus en las regiones de Lensk, Mirni, Oimiakón, Súntar y Aldán. El virus resulta particularmente peligroso para la población indígena. En algunas localidades, las restricciones a las actividades económicas tradicionales —pesca, caza y recolección— empujaron a los pueblos indígenas al borde de la inanición.
 
La pandemia es una advertencia para toda la humanidad: el ser humano se volvió demasiado arrogante, ya no respetaba a la naturaleza, se consideraba su amo y señor. Y tan solo es el primer aviso. Si no reflexionamos, todo empeorará. El medio ambiente destruido y las secuelas del cambio climático mundial van a causar catástrofes naturales aún más grandes: incendios forestales, inundaciones, sequías, tormentas, tornados y tsunamis. Bacterias desconocidas, que hasta ahora aún duermen en el permafrost, podrían despertar y convertirse en una amenaza aún mayor que la pandemia de coronavirus. Los recursos se convierten en maldición. Hay que recordar los valores siempre vigentes: coexistencia con la naturaleza y renuncia a la violencia; moderación y sustentabilidad en vez de consumo sin límites; paz, comprensión y respeto mutuo en vez de lucha, presunción e intolerancia.

Si estas advertencias no funcionan, me temo que van a ocurrir escenarios peores: que la creciente separación y desconfianza causen la caída de la Unión Europea y tensiones en las relaciones internacionales; que el creciente nacionalismo y la xenofobia cada vez más pronunciada provoquen el cierre de las fronteras e inicie la lucha contra les migrantes. En algunos países se instaurarán dictaduras.
 
La difusión masiva de las tecnologías de la información causará una fuerte intervención en la vida de las personas, a la que seguirá una reducción de las libertades civiles. La carrera tecnológica, incluidas las tecnologías biológicas y químicas, puede aumentar la cantidad de epidemias causadas por el ser humano y dar lugar a grandes catástrofes locales. Pero espero que la humanidad encuentre la fuerza necesaria para vencer los desafíos y no caer en el caos.
 
Sigue habiendo esperanzas. Y hay algunos factores que podrían ayudarnos a todes en ciertas circunstancias:
  • la caída del papel político, económico y financiero de los grandes consorcios internacionales de productores de materias primas;
  • la preservación de la cultura humana y el respeto de la historia universal;
  • la creciente influencia de los países en vías de desarrollo y de los pueblos indígenas en la escena internacional;
  • el aumento de los esfuerzos estatales por unirse para resolver y superar los problemas globales de la humanidad conforme estos empujen a ciertos países al borde de la catástrofe;
  • las repercusiones de los problemas globales en cada persona hará que pensemos en las repercusiones de la política de nuestros países, y, con suerte, causarán un mayor involucramiento de la población en la vida política.

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