Sistema de castas y atractivos paisajes
Lo mexicano en el arte mexicano

Rassismus – ‚Aus Mulattin und Spanier: Morisca‘ – Das Gemälde wird Juan Patricio Morlete Ruiz (1713-1770) zugeschrieben.
‚De mulatta y español: Morisca‘ – La pintura se atribuye a Juan Patricio Morlete Ruiz (1713-1770) | Foto (Detail): Jl FilpoC © Wikimedia Commons

Las pinturas de casta y los albumes de tipos, son particularmente populares en los museos mexicanos y construyen una identidad mexicana que refleja el racismo y el colonialismo, pero no los afrontan. Un ensayo sobre "lo mexicano" en las colecciones públicas y privadas de México.

De Veka Duncan

Entre todos los géneros del arte mexicano hay dos que son muy socorridos entre coleccionistas y museos creados a partir de sus acervos: los cuadros de castas y los álbumes de “tipos”. En las prácticas curatoriales y museísticas en México, es común que se resalte su presencia en estos recintos a partir de un interés por la construcción de la identidad mexicana. Tanto los cuadros de casta como los álbumes de “tipos” fueron esfuerzos por clasificar la diversidad étnica y cultural de México, los primeros desde una visión propia y los últimos a partir de una mirada extranjera. Esa búsqueda por comprender quiénes somos sin duda juega un papel importante en nuestra aproximación a este tipo de producciones culturales, sin embargo su presencia en estas colecciones arroja también importantes reflexiones: podríamos cuestionar si el afán por adquirir y exhibir estas obras pudiera surgir de un criollismo heredado del virreinato o de una identificación entre la élite mexicana con la mirada del viajero que observó “lo mexicano” desde fuera.
 
En ambos casos, es frecuente encontrarnos en estos museos con discursos que parecen suavizar la carga étnica de estos géneros artísticos, restándole a su narrativa racista en el discurso curatorial. Al enfrentarnos a los cuadros de castas en exposiciones, e incluso en cursos de arte mexicano, se nos explica que en realidad el sistema de castas no era tan rígido como estas obras aparentan, que la movilidad social era frecuente en los diversos grupos étnicos del virreinato, y que se trata más bien de un ejercicio a través del cual los novohispanos reconocían su diversidad. Si bien todas estas explicaciones tienen un grado de veracidad, es innegable que también corresponden a una visión discriminatoria que sí existía en el virreinato y que aún está profundamente arraigada en la sociedad mexicana actual.
 

  • Racismo – Pintura de casta, siglo XVIII, Nueva España, Museo Nacional del Virreinato Tepotzotlán/México © Museo Nacional del Virreinato Tepotzotlán/México

    Pintura de casta, siglo XVIII, Nueva España, Museo Nacional del Virreinato Tepotzotlán/México

  • Racismo – 'De Varsino e India / Canpa mulato'. © picture alliance / akg-images

    'De Varsino e India / Canpa mulato'.

  • Racismo – 'De Yndio e Negra / Lovo' © picture alliance / akg-images

    'De Yndio e Negra / Lovo'

  • Racismo – ‘De español y negra – Mulata’ de Miguel Cabrera, 1763 © Wikimedia

    ‘De español y negra – Mulata’ de Miguel Cabrera, 1763

  • Racismo – Álbum Tipos © D.R. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México

    Sección de un "álbum de tipos". Por lo general, un "álbum de tipos" depicta representaciones cotidianas de los habitantes del antiguo virreinato de Nueva España (México, Guatemala, así como partes de los EE.UU. y el Perú) diseñadas para el consumo europeo.

  • Racismo – Tipos de álbum 2 © D.R. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México

    Sección de un "álbum de tipos". Por lo general, un "álbum de tipos" depicta representaciones cotidianas de los habitantes del antiguo virreinato de Nueva España (México, Guatemala, así como partes de los EE.UU. y el Perú) diseñadas para el consumo europeo.

El surgimiento de los cuadros de castas sin duda coincidió con el del criollismo del siglo XVIII, un orgullo por ser novohispano, y que de cierta forma les abrió camino a los sentimientos independentistas. En este sentido, fue un género completamente novohispano, aunque se nutrió de referentes europeos. Las pinturas de casta son, en resumen, escenas en las que aparecen personajes de distintas razas en núcleos familiares. De esta manera, representan la diversidad racial que conformaba a la sociedad novohispana a partir de uniones matrimoniales y la descendencia surgida de éstas. Las imágenes se acompañan de cartelas explicativas en las que se nombra cada “mezcla”. Es común encontrar en estas pinturas la representación de los oficios asociados a cada grupo étnico y social, los cuales no habían sido considerados hasta entonces dignos de representación1. De esta manera también son un documento fundamental para entender la vida cotidiana en las ciudades novohispanas, particularmente en la capital. Estos elementos, como el entorno en el que se desarrolla la escena y la indumentaria de los personajes, refuerzan además el lugar que ocupan en la jerarquía social del sistema de castas.
 

"Descendencia infame" y "mala raza"

No es fortuito que los cuadros de castas nacieran en el siglo XVIII, pues al mismo tiempo que se arraigaba el criollismo, las probanzas de limpieza de sangre adquirían una mayor connotación racial. Esta práctica fue común a lo largo del virreinato para comprobar el linaje de quienes buscaban ingresar a algún colegio, gremio u orden religiosa, de manera que si se dudaba del origen del interesado no se le permitía acceder a estas instituciones. En principio, esta limpieza estaba relacionada a cuestiones religiosas, de manera que se debía comprobar que uno descendía de cristianos viejos y no conversos de origen musulmán o judío. Sin embargo, en el siglo XVIII, los orígenes afrodescendientes e indígenas comenzaron a cobrar mayor importancia. El tener descendencia africana y mulata se conocía como “linajes manchados” o “infames”, debido también a su connotación de esclavitud, y conceptos como “mala raza” aparecían con mayor frecuencia, vinculando la apariencia física con la limpieza de sangre (Véase Norma Angélica Castillo Palma, El peso de la sangre. Limpios, mestizos y nobles en el mundo hispánico, Ciudad de México: El Colegio de México, 2011, pp. 219-248.)

Al perpetuarse esta noción de mala ascendencia en la población mulata, se les discriminaba al excluirlos de instituciones educativas, religiosas y laborales. En los documentos relacionados a dichas probanzas a lo largo del siglo XVIII, el concepto de raza no solo comienza a aparecer ligado al color de piel, sino también a la realización de oficios mecánicos, imágenes que los cuadros de castas reforzaban al ubicar a las familias de raza mixta realizando actividades artesanales.
 
El auge de los cuadros de castas también se ha explicado con la expansión de las ideas de la Ilustración hacia la Nueva España, de las cuales surgió un interés por la clasificación de lo propio. Tras la Independencia, esta práctica de cierta forma continuó, pero adquirió nuevos tintes a partir del positivismo. Al mismo tiempo, la mirada se revirtió, pues ahora eran los exploradores europeos quienes observaban “lo mexicano” y regresaban a su país con sus impresiones de viaje para el estudio de sus coetáneos. A la par de las crónicas y de la experimentación con novedosos métodos de registro como la fotografía, nació un nuevo género: los álbumes de tipos, compendios de litografías que representan a personajes locales. Las imágenes creadas para estos álbumes destacan los rasgos étnicos de los sujetos que retratan, así como su vestimenta, oficio y entorno, particularmente de quienes se clasifican como “tipos populares”, es decir, personajes de estratos sociales bajos. Se trata de un género de la gráfica vinculado al costumbrismo en el que se representa a la sociedad mexicana a través de las actividades cotidianas de quienes la integran.

álbumes de paisajes: ¿recursos naturales para la explotación?

Creados para el consumo europeo, lo que se aprecia en estos álbumes es la mirada del viajero que busca aprehender lo otro. Para los exploradores que llegaron a México a lo largo del siglo XIX, esta nueva nación representaba a un mundo que se abría por primera vez tras tres siglos de hermetismo como colonia española. A su vez, coincidieron con el nacimiento de la antropología, la etnografía y la arqueología. La intención era también dar a conocer los aspectos más pintorescos de los lugares visitados y su población; en ello hay una mirada exoticista innegable, que bien se podría comparar a la del orientalismo tan en boga en esa época. Al mismo tiempo que estas imágenes circulaban en Europa, se generaban también álbumes de paisajes que, si bien por un lado respondían a un espíritu romántico de aproximación a la naturaleza, por el otro presentaban los recursos naturales disponibles para su explotación. Detrás de todos estos álbumes se asoma una segunda ola del colonialismo europeo, quizá no de intervención militar, pero sí económica y social.

"Al mismo tiempo que álbumes de paisajes por un lado respondían a un espíritu romántico de aproximación a la naturaleza, por el otro presentaban los recursos naturales disponibles para su explotación. Detrás de todos estos álbumes se asoma una segunda ola del colonialismo europeo."

El coleccionismo y exhibición de este tipo de imágenes en México merece atención, pues si bien son obras de una enorme riqueza documental para comprender a las sociedades y los contextos que las produjeron, no deja de resultar un tanto sintomático de nuestras actitudes actuales hacia la diversidad étnica y cultural de México. Por un lado, no sorprende su presencia en colecciones privadas, pues sigue prevaleciendo una visión del ámbito popular mexicano como algo ajeno a las élites – una realidad folclórica que se consume desde fuera –, pero seguir negando los aspectos racistas de sus orígenes en los discursos museísticos cancela reflexiones que son muy necesarias. Las narrativas curatoriales en torno a estas manifestaciones artísticas deben abordar los aspectos colonialistas detrás de su producción para conciliarnos con nuestro propio racismo.

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