Cultura de la memoria
“La indiferencia es imposible de ocultar”

“Austerlitz” de Sergei Loznitsa
“Austerlitz” de Sergei Loznitsa | Foto (detalle): © déjà-vu film

Para su documental Austerlitz el director Sergei Loznitsa observó con su cámara a los visitantes de los memoriales instalados en los antiguos campos de concentración. ¿Qué puede aportar hoy la cultura de la memoria? Una conversación con el director ucraniano sobre su premiado documental.

Usted vive en Alemania desde hace muchos años. Después de documentales sobre los sucesos en la plaza Maidán de Kiev o sobre el intento de golpe de estado de 1991 en Moscú, ahora ha rodado un film conmovedor que trata sobre los visitantes a los memoriales de Sachsenhausen, cerca de Berlín y en Dachau, cerca de Múnich. ¿Cómo llegó a este tema?

El punto de partida fue mi primera visita a uno de esos memoriales, el de Buchenwald. Fue raro, no sabía qué posición tomar respecto al lugar. Encontrar una respuesta fue la motivación para hacer la película. ¿De qué manera experimento un lugar así como turista? Pues esos antiguos campos de concentración son por un lado memoriales y cementerios, y por otro, lugares de aprendizaje que deben mostrar cómo funcionaba la maquinaria de la aniquilación.

¿En su opinión ambas funciones son difíciles de compaginar?

Mi opinión es que esos dos aspectos, memorial y lugar de aprendizaje funcionan en sentidos contrarios. Y por eso las personas se comportan allí de modo curioso, ya que en un lugar consagrado al recuerdo, en realidad, lo único que se puede hacer es rezar o practicar la introspección. Y eso contradice las expectativas de una excursión a un “lugar de aprendizaje”. Otra pregunta que me surgió es si un sitio con esas características sirve para hacer entender todo el horror vivido.

Foto (detalle): © déjà-vu film

En Austerlitz usted plasmó una concepción estética muy coherente. La película se rodó en blanco y negro. Las tomas son largas, de composición nítida. No hay ninguna clase de comentario o banda sonora. Tampoco entrevistas o separadores. El público se ve desafiado a explicarse por sí mismo lo que ve.

Uno de los fundamentos más importantes de mi trabajo es dejarle al espectador espacio para sus propios pensamientos. No quiero imponer mi opinión. Para mí, cine es lo que ocurre en la mente del público. La estética del documental apunta a crear distancia y separar el acontecimiento filmado de sus contextos cotidianos, en otras palabras, del curso de la vida. De ese modo podemos ver las cosas aisladas y con mayor precisión. Y esa es la condición para poder reflexionar sobre algo.

Su película muestra de modo insistente la actividad de la masa turística en los memoriales: el sol brilla, los visitantes llevan ropa ligera, mochilas y anteojos de sol. Y casi todos están equipados con smartphones, cámaras o audioguías. Podría suponerse que esas personas están visitando un castillo o un parque. ¿Rodó el film en verano para acentuar este aspecto?

Si las personas se comportan de modo indebido es algo que debe decidir cada espectador por sí mismo. A mí me pareció que la película funcionaría mejor en verano porque las cosas saldrían a la luz de modo más claro. Es el recurso de la hipérbole: para hacer visible algo tengo que reforzarlo. Pero en el fondo no es decisivo qué ropa tiene la gente. La indiferencia es imposible de ocultar. Se la puede ver en las miradas.

“Austerlitz” de Sergei Loznitsa
“Austerlitz” de Sergei Loznitsa | Foto (detalle): © déjà-vu film
¿Cómo explica usted el comportamiento de los visitantes?

Las personas que visitan un antiguo campo de concentración se enfrentan a la muerte. La muerte, igual que el nacimiento, es parte del universo humano. Pero en nuestra cultura, la muerte fue expulsada de la vida junto con la religión. El hecho de que los visitantes se comporten como lo muestra la película tiene que ver también con que no saben cómo abordar la muerte.

Llama la atención que en los ex campos de concentración la mayoría de los visitantes toman fotografías o incluso selfies. Resulta especialmente perturbador cuando se ve a gente que posa al lado de la tristemente famosa frase “Arbeit macht frei”. ¿Por qué las personas se fotografían allí?

Sin duda hay muchos motivos, pues los memoriales son visitados por toda clase de gente. El filósofo Zygmunt Baumann y la especialista en estudios culturales Aleida Assmann investigaron esta cuestión. Seguro puede decirse que las personas buscan modos de identificación. Por lo general, uno se fotografía para poder compartir con alguien ese recuerdo. ¿Pero compartir una foto o una selfie delante de la leyenda “Arbeit macht frei”? Es una cuestión interesante. Para mí también resulta interesante ver qué nacionalidades tienen los visitantes de los antiguos campos de concentración. Además de alemanes uno encuentra muchos estadounidenses, australianos, italianos, españoles… pero pocos grupos de Europa Oriental.

“Austerlitz” de Sergei Loznitsa
“Austerlitz” de Sergei Loznitsa | Foto (detalle): © déjà-vu film
Según su experiencia, ¿cómo se recuerda el Holocausto en Europa Oriental, por ejemplo, en aquellos lugares de Bielorrusia o Ucrania donde, durante la Segunda Guerra Mundial, se asesinó en masa a la población judía?

En el ámbito de la antigua Unión Soviética apenas si existen memoriales del Holocausto. Tomemos, por ejemplo, Kiev: después de la entrada de los alemanes, en Babi Yar se fusiló a decenas de miles de judíos. El primer monumento se construyó apenas en los años setenta y para eso se tuvo que luchar mucho.

También en Alemania la cultura de la memoria tuvo mucha resistencia y necesitó de decenios para desarrollarse.

Cuando ha pasado algo tan horroroso hay que abordarlo, no se lo puede ignorar. Hoy sabemos que los traumas sufridos se transmiten a través de las generaciones. Me parece muy peligroso no plantear esos temas.
 

Sergei Loznitsa
Sergei Loznitsa | Foto (detalle): © déjà-vu film
Sergei Loznitsa (1964) nació en Bielorrusia y creció en Ucrania. Trabajó entre otros, como científico en el Instituto de Cibernética de Kiev. En 1997 concluyó estudios de cine en Moscú. Loznitsa filmó numerosos cortos y largometrajes, entre ellos, el documental Maidan (2014) las películas de ficción Mein Glück [Mi felicidad] (Schastye moe, 2010) y Im Nebel [En la niebla] (V tumane, 2012). En 2016, su documental Austerlitz fue premiado en el Festival Dok de Leipzig con la Paloma de Oro. Desde 2001, el director vive junto con su familia en Alemania.

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