Política de la memoria
La ambivalencia de la revisión crítica

Durante el nacionalsocialismo, Alemania y la población alemana infligieron al mundo penalidades nunca vistas hasta entonces. Enfrentarse a un pasado así está considerado un ejemplo modélico de revisión crítica lograda. Ahora bien, ¿se corresponde verdaderamente esta imagen con la realidad? Sobre el tratamiento dado al nacionalsocialismo y el Holocausto en las dos sociedades alemanas a partir de 1945.

En muchos países del mundo, Alemania está considerada un modelo en lo relativo a revisar críticamente el propio pasado violento y dictatorial. Traductoras y traductores se afanan por verter en los idiomas más diversos el inquietante armatoste idiomático “Vergangenheitsbewältigung” (superación del pasado), y bastante a menudo terminan optando por incorporarlo al texto dejando en cursiva la palabra alemana original. Al respecto, suele aparecer también la advertencia, ya sabida, de que un pasado semejante no se puede superar. Sea como fuere, ¿qué papel desempeñaron en las Alemanias oriental y occidental el nacionalsocialismo, el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial? Y antes que nada: ¿realmente ha sido tan ejemplar el modo de afrontar la responsabilidad histórica?

RFA: Los criminales se absuelven a sí mismos

Ya en el año 1959, el filósofo Theodor W. Adorno criticaba cómo afrontaban sus conciudadanos el nacionalsocialismo, y aducía que la revisión crítica del pasado se había convertido en una fórmula tópica. Para la mayoría, según Adorno, la cuestión no era revisar verdaderamente aquel pasado, sino que querían hacer borrón y cuenta nueva. Quienes hablaban de perdonar y olvidar estaban adoptando, en opinión del filósofo, una actitud que no les correspondía, pues no pertenecían a quienes habían padecido la injusticia.

Adorno, contemporáneo de lo acontecido, lograba así una descripción muy certera del ambiente en la Alemania occidental de la posguerra. Bien es cierto que el pasado no estaba tampoco sumido en silencio, pero en el recuerdo la atención se centraba en las víctimas propias. En discursos oficiales y rememorando en privado, se insistía en los bombardeos y en el hambre, sin otorgar ningún papel importante al genocidio cometido con los judíos europeos ni a la guerra de exterminio en el este, que parecían haber quedado solventados definitivamente en 1949 con la conclusión de los procesos por crímenes de guerra celebrados en Núremberg. La responsabilidad por los crímenes violentos nacionalsocialistas le era atribuida a una pequeña pandilla de seguidores del partido, mientras en la esfera política y entre la población se negaba con vehemencia cualquier culpa colectiva de los alemanes. Muchos que habían estado entre los autores de los hechos detentaban posiciones sociales clave en la educación, la justicia, la atención sanitaria y la administración.

RDA: Comunistas contra fascistas

Conforme iba surgiendo la Guerra Fría, Alemania occidental se convirtió en aliado del “Occidente” político, en el que también pasaría a integrarse sin demora. La reeducation democrática de los alemanes occidentales llevaba implícito un fuerte anticomunismo que, al distraer la atención respecto al propio pasado, encontró terreno fértil en Alemania.

En la RDA, por el contrario, el antifascismo era uno de los mitos fundacionales del Estado. Rememorar la resistencia comunista durante el nacionalsocialismo servía para que el Estado fundamentase una conciencia de sí mismo según la cual la RDA estaba desarrollando elementos positivos de la historia alemana. Entre los dirigentes de la RDA, en efecto, abundaban antiguos comunistas alemanes que habían vivido en el exilio durante el nacionalsocialismo. Lo cual no significaba que los puestos clave estuvieran totalmente libres de personas implicadas en crímenes nazis.

La educación socialista incluía, sí, un programa antifascista que difundía valores como la igualdad y la paz, pero en ningún momento apelaba directamente a la propia responsabilidad histórica de la población en tanto que descendientes de los autores de los hechos. La política de la RDA acerca de la historia rendía veneración, antes bien, a comunistas alemanes, sobre todo a Ernst Thälmann, asesinado antes del nacionalsocialismo y que dio nombre a los “Pioneros”, la organización de juventudes de la RDA. En la exposición oficial de la historia, que seguía aquí el enfoque soviético, la Segunda Guerra Mundial estaba descrita como una lucha heroica entre fascismo y comunismo.

De modo semejante a lo que ocurría en la Alemania occidental concentrada en sus propias penalidades, el asesinato de los judíos europeos no tenía tampoco presencia por sí solo en aquella narrativa igualmente restringida. En la memoria oficial constaban como víctimas del fascismo, al igual que los millones de muertos soviéticos. Por más que, al principio, en casos aislados llegara a procesarse a autores de crímenes, el hecho fue que (como en el oeste) se trazó una clara línea entre “nazis” y el resto de los alemanes.

El Holocausto en todos los canales

En las décadas de 1960 y 1970 se produjo un cambio patente. En 1961, Adolf Eichmann, antiguo jefe de unidades de asalto de las SS, comparecía ante un tribunal en Jerusalén, y el tema se trató ante la opinión pública de todo el mundo. También atrajeron viva atención los procesos judiciales sobre Auschwitz que empezaron a celebrarse en Fráncfort en 1963. Iniciados, frente a muchas resistencias administrativas y sociales, por la tenacidad del Fiscal General de Hesse Fritz Bauer, él mismo perseguido durante la época nazi por su condición de judío, mostraron la importancia que tenía y sigue teniendo revisar jurídicamente el nacionalsocialismo: tras ellos, ninguna ciudadana ni ciudadano de la Alemania occidental podían ya ignorar lo sucedido en Auschwitz. Por ello no es casual que, en Alemania, las personas que apoyaron la contestación política transnacional que, en conjunto, se suele asociar con la fecha 1968 plantearan el tema de en qué había estado implicada la generación de sus padres durante la dictadura nacionalsocialista. En los años 70, la emisión en todo el mundo de la serie televisiva estadounidense Holocausto llevó a todas las salas de estar alemanas la historia de una familia de ficción, los Weiß, acompañándola con una palabra nueva que designaba el genocidio cometido con los judíos y que se consolidó también mundialmente.

En 1985, en un discurso que hizo historia, el Presidente Federal von Weizsäcker se refirió al 8 de mayo, el día de la capitulación alemana, como el “día de la liberación”. Y aludió también a la responsabilidad histórica vinculada con ello. Pero esta rememoración crítica no coincidía con la política simbólica del Canciller Federal. En su manera de rememorar lo ocurrido, Kohl reunía a criminales y víctimas, como se ve por ejemplo en el diseño de la “Nueva Guardia” de Berlín, el lugar nacional oficial para la memoria de la República Federal. Aunque está dedicada a las víctimas de la guerra y la tiranía, en su centro se yergue una escultura cargada de simbolismo cristiano como es la piedad de Käthe Kollwitz. En aquel momento hubo voces críticas que preguntaron si así no se estaba excluyendo de la rememoración a judías y judíos y concediéndose el primer plano a los soldados alemanes.

El boom de la memoria en los años 90

La Alemania reunificada era un país contradictorio. Mientras los escolares estudiaban en todos los cursos el “Tercer Reich”, bandas neonazis cometían actos violentos con motivaciones racistas en el este y el oeste de Alemania y mataron e hirieron a muchas personas. Con el final de la Guerra Fría se desarrolló un enfoque historiográfico del socialismo que había existido realmente en Alemania, y hubo quienes lo resumieron con el concepto “segunda dictadura”, que relativizaba el nacionalsocialismo.

Al mismo tiempo se produjo algo así como un boom de la memoria, que en Alemania se tradujo también en multitud de lugares conmemorativos oficiales e iniciativas de rememoración. En la televisión, la película de Hollywood La lista de Schindler pulverizó las cifras de audiencia. Por iniciativa privada se puso en marcha la exposición itinerante Crímenes de la Wehrmacht: recibió una cantidad muy alta de visitantes, pero también fue recusada en algunos ámbitos de la población alemana por cómo desmentía el mito de una “Wehrmacht limpia” que había hecho una “guerra normal” sin que aparentemente se inmiscuyeran en ello las SS. Al llegar el nuevo gobierno federal en coalición de socialistas y verdes, se abrió también un debate sobre la indemnización de quienes habían hecho trabajos forzosos. La guerra quedaba ya más de 50 años atrás, pero Alemania no había entregado aún casi ninguna indemnización a personas. Destinada a este fin específico, quedó organizada por ello en el año 2000 la fundación “Erinnerung Verantwortung Zukunft” (Memoria Responsabilidad Futuro); hoy, una vez realizados todos los pagos a las personas supervivientes que fue posible localizar, se dedica a la memoria del nacionalsocialismo.

Un nuevo patriotismo

El Campeonato Mundial de Fútbol que se celebró en Alemania en 2006 con el popular eslogan “El mundo invitado en casa de sus amigos” se desarrolló con toda claridad en el ambiente de un nuevo patriotismo. Ante el océano de banderas con los colores negro, rojo y oro, hubo quienes respondieron con preocupación; otros, con entusiasmo. En aquellos años, los alemanes querían ondear banderas como lo hacen otros países y sentir orgullo por su nación. Simultáneamente, sin embargo, en la década de 2000 no remitió el vivo interés por la historia de la Segunda Guerra Mundial. La expulsión de la población alemana y los bombardeos de las ciudades eran temas cada vez más tratados en libros, trabajos documentales y programas televisivos de entrevistas.

El aspecto en que quizá se muestra mejor la ambivalencia de la época radica en que, en un mismo clima social y político, resultara posible que en Berlín empezara a construirse el monumento dedicado a los judíos europeos asesinados que se convirtió en importante símbolo de la nueva capital.
  • Rassismus – Vereidigung von Wehrpflichtigen der Nationalen Volksarmee der DDR im ehemaligen faschistischen Konzentrationslager Buchenwald 1978. © picture alliance /Dieter Demme/ZB

    Vereidigung von Wehrpflichtigen der Nationalen Volksarmee der DDR im ehemaligen faschistischen Konzentrationslager Buchenwald 1978.

  • Rassismus – Der ehemalige SS-Obersturmbannführer Adolf Eichmann, damaliger Leiter der Dienststelle, die für die systematische Verfolgung und Ermordung von Juden zuständig war, vor Gericht in Jerusalem 1961. Eichmann wurde zum Tode verurteilt und im Mai 1962 hingerichtet. © dpa archive/dpa

    Der ehemalige SS-Obersturmbannführer Adolf Eichmann, damaliger Leiter der Dienststelle, die für die systematische Verfolgung und Ermordung von Juden zuständig war, vor Gericht in Jerusalem 1961. Eichmann wurde zum Tode verurteilt und im Mai 1962 hingerichtet.

  • Rassismus – Der erste Auschwitzprozess 1963 in der Frankfurter Stadtverordnetenversammlung: Pressefotograf*innen und Kameraleute fotografieren und filmen die Angeklagten. © picture alliance/Roland Witschel

    Der erste Auschwitzprozess 1963 in der Frankfurter Stadtverordnetenversammlung: Pressefotograf*innen und Kameraleute fotografieren und filmen die Angeklagten.

  • Rassismus – Teilnehmende an einer Demonstration gegen die Gegner*innen der Ausstellung „Vernichtungskrieg, Verbrechen der Wehrmacht 1941 bis 1944“ in München 1997. © picture-alliance/Andreas Heddergott/Süddeutsche Zeitung Photo

    Teilnehmende an einer Demonstration gegen die Gegner*innen der Ausstellung „Vernichtungskrieg, Verbrechen der Wehrmacht 1941 bis 1944“ in München 1997.

  • Rassismus – Fußballfans feiern beim Public Viewing während der Fußballweltmeisterschaft 2006 in Deutschland. © picture-alliance/Kay Nietfeld/dpa

    Fußballfans feiern beim Public Viewing während der Fußballweltmeisterschaft 2006 in Deutschland.

  • Rassismus – Das Denkmal für die ermordeten Juden Europas des Architekten Peter Eisenmann in Berlin. © picture alliance / Jochen Tack

    Das Denkmal für die ermordeten Juden Europas des Architekten Peter Eisenmann in Berlin.

Se le fueron añadiendo otras instalaciones conmemorativas dedicadas a otros grupos víctimas del nacionalismo, tales como los sinti y los gitanos, los homosexuales o las víctimas de la intervención asesina “T4”, en la que los nazis mataron a población infantil y adulta discapacitada o con trastornos psíquicos. En 2018 empezó a debatirse sobre un monumento dedicado a las víctimas polacas de la guerra y la ocupación alemana.

Empieza a tambalearse el relato de una revisión crítica lograda

El trato que se da al pasado propio es y ha sido siempre ambivalente en Alemania. La autoría de los hechos y el sufrimiento propio son cuestiones que han ido siempre asociadas, y así sigue ocurriendo, con la de la responsabilidad histórica. La conciencia de que Alemania y los alemanes contrajeron de una manera muy específica ciertas culpas con sus acciones durante el nacionalsocialismo no empezó a imponerse hasta pasadas unas cuantas décadas, y es un tema objeto de rememoración por parte del Estado, más bien que algo presente en la convicción de la ciudadanía alemana. El debate al respecto no ha dejado de reabrirse una vez y otra hasta hoy, y en los últimos años es objeto de cuestionamiento agresivo en algunos ámbitos de la sociedad –en primer término el partido Alternativa por Alemania (AfD). Llegados hasta aquí, pues, parece muy dudoso el relato de una “revisión crítica lograda” en Alemania, y en este año 2020 se hace imprescindible indagar en él críticamente.

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