Columna sobre el lenguaje
Alemán de funcionarios: una variante lingüística muy particular

Ilustración: Megáfono con globo de diálogo dentado
Incomprensible y con fachada amenazadora: así es el lenguaje de las autoridades. | © Goethe-Institut e. V./Ilustración: Tobias Schrank

Burocrático e incluso amenazador: cuando las autoridades alemanas formulan textos, suelen sonar intimidantes para sus destinatarios.

El alemán no es un idioma neutro, pero ¿cuál sí lo es? Durante mucho tiempo estuve llena de prejuicios contra el sonido del alemán, porque crecí en una familia judía. Sin embargo, después de emigrar a Alemania, me sorprendió lo dulce que puede sonar esta lengua. La cortesía y la dulzura son totalmente imaginables en alemán y puedes contar con ellas, siempre y cuando no recibas una carta oficial.

Kafka manda saludos

Todos estamos advertidos de las estructuras burocráticas opacas y amenazantes, cuando menos desde los relatos literarios de Franz Kafka. Es mejor no meterse con la burocracia alemana, cada escrito oficial puede dar testimonio de eso. Las cartas gubernamentales empiezan con la fórmula de cortesía "Muy estimadas damas y caballeros" o "Muy estimada Sra. // Sr. XY", pero inmediatamente viene la exigencia de hacer o dejar de hacer algo. Y, al mismo tiempo, nos aclaran qué consecuencias nos amenazan si no obedecemos y qué artículo podría surtir efecto en ese caso. La escritura administrativa cierra con la fórmula "Saludos cordiales", pero ni esos saludos ni la carta en su conjunto son cordiales en absoluto. Cuando recibo cartas del Senado de Berlín, de mis caseros o del gobierno federal, no me siento una ciudadana adulta, sino como una niñita regañada por un malvado pariente lejano al que le apesta la boca.

Fachada amenazadora

¿Por qué el estado alemán se comunica con amenazas? Cualquier circunstancia podría formularse de forma amable. La lengua alemana lo permite. Al fin y al cabo, a las personas que se dirigen personalmente a una autoridad las llaman "clientes". Pagan impuestos y requieren un servicio que debe ser proporcionado por las personas que viven de esos mismos impuestos. En realidad es muy sencillo. Pero no en Alemania. Aquí, igual que en casi todos los países del mundo, se usa el lenguaje para ejercer poder. La carta redactada de forma complicada, que sigue sonando amenazadora, indica claramente quién tiene el poder en este país, y muestra también que no tiene intención de facilitarle las cosas a la gente. Por eso prefiere esconderse detrás de lenguaje incomprensible y construir a la vez una fachada amenazadora. Por lo que surge de inmediato la pregunta: ¿Qué clase de estado necesita amenazar a sus ciudadanos? Se supone que vivimos en una democracia.

Sin obstáculos

El "alemán de funcionarios" ("Beamtendeutsch" o, de cariño, "Amtsdeutsch") siempre recibe críticas por su ininteligibilidad. ¿Quién puede empezar cualquier cosa con los conceptos "Ehefähigkeitszeugnis" [certificado de aptitud matrimonial], "Gelegenheitsverkehr" [transporte ocasional], "Grüngutsammelplatz" [punto de recolección de desechos orgánicos] o "Namenseinheit" [unicidad patronímica]? Cuando mis amigos me piden que les lea los escritos del centro de empleos, tengo que pedirle consejo a algún funcionario. Y mi alemán no es tan malo. Pero cuando incluso yo, alguien que lleva más de dos décadas de socialización en alemán, no puedo entender una carta sin obstáculos, ¿qué pasa con la gente que acaba de llegar a este país o que apenas está aprendiendo alemán?

Hace poco se dio un paso importante al respecto: en la página del gobierno federal se pueden encontrar la mayoría de los decretos en un lenguaje más ligero. Si se trabajara un poco en el estilo y en el tono, se lograría una comunicación de mutuo respeto.
 

Columna sobre el lenguaje

En esta columna nos dedicamos regularmente al lenguaje como fenómeno cultural y social. ¿Cómo se desarrolla una lengua? ¿Qué relación tienen los escritores y escritoras respecto con “su” lenguaje? ¿Cómo marca el lenguaje a la sociedad? Diferentes columnistas –vinculados profesionalmente o de otro modo al lenguaje–, exploran su tema personal en seis entregas seguidas.

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