El cine alemán en 2021
Desde dónde miramos al pasado
Para culminar el primer año de existencia de estas columnas, pasamos revista a lo que ha dado de sí el cine alemán de 2021.
De Miguel Muñoz Garnica
Si comenzamos con una valoración en clave industrial, no podemos decir que haya sido este 2021 muy halagüeño para los cines alemanes. A diferencia de lo que ha ocurrido en España, las salas del país teutón han permanecido inactivas durante la mitad del año por motivos sanitarios, desde que se decretara un cierre mayoritario en noviembre de 2020 hasta la reapertura el 1 de julio de 2021. Tras esta reapertura y unos meses de cifras de público discretas, el estreno de No Time to Die ha tirado de los cines y los ha devuelto a recaudaciones propias de antes de la pandemia. Se abre ahora una etapa que, esperemos, sea de recuperación, aunque está por calibrar la repercusión que tendrá la obligatoriedad del pase COVID, una medida adoptada pocas semanas antes de la publicación de estas líneas.
En cuanto a la producción alemana, si atendemos en primer lugar a los números, arroja un par de fenómenos de taquilla. La comedia criminal Kaiserschmarrndrama (Ed Herzog, 2021) y la cinta de aventuras familiar Die Schule der magischen Tiere (Gregor Schnitzler, 2021) son las dos producciones locales que se han colado entre las diez películas más vistas este año en Alemania. En ambos casos, hablamos de adaptaciones de libros muy populares en el país. Kaiserschmarrndrama es la séptima entrega de la serie protagonizada por el policía Franz Eberhofer, creada por la escritora Rita Falk. Y Die Schule der magischen Tiere, que ya tiene secuela anunciada, ha llevado al cine los libros infantiles del mismo nombre, creados por Nina Dulleck.
De parámetros muy parecidos viene Ostwind – Der große Orkan (Lea Schmidbauer, 2021), otra de las cintas más exitosas en salas. Es la quinta entrega de la saga Ostwind, sobre la relación de una chica adolescente con los caballos y que, de nuevo, adapta una serie de libros muy popular. Por último, se pueden mencionar los buenos números de la comedia universitaria Contra (Sönke Wortmann, 2020) para terminar de perfilar un panorama comercial no muy distinto al de pre-pandemia y el resto de cines europeos. Esto es, un cine nacional muy orientado al público local, y por tanto no muy exportable, que se apoya en géneros populares, en su carácter serial y en fenómenos transmedia que parten del best-seller y se expanden en productos televisivos o incluso videojuegos –es el caso de la saga Ostwind.
Del pasado y el presente
Si han sido lectores más o menos regulares de estas columnas, habrán comprobado que en los párrafos anteriores nos hemos salido de sus claves habituales, más centradas en dar visibilidad al cine alemán de autor, a películas arriesgadas y con miradas más frescas o menos codificadas. Pero, por una vez, vale la pena atender al panorama general, a las condiciones de producción en –o contra– las que hay que enmarcar a ese ‘otro cine alemán’. Si atendemos ahora al circuito de festivales y de distribución alternativa, veremos que también ha tenido sus propios fenómenos. Atendiendo a la respuesta crítica y la carrera de premios, el principal ha sido El hombre perfecto (Ich bin dein Mensch, Maria Schrader, 2021). Ganó el Oso de Plata a mejor actriz en la Berlinale, cuatro premios Lola –incluidos mejor película, mejor directora y de nuevo mejor actriz para una soberbia Maren Eggert– y ha sido elegida la representante alemana en los próximos Oscar.El hombre perfecto –de la que ya dimos cuenta en una columna– mezcla la comedia romántica con un toque distópico, ambientándose en un futuro no muy lejano en el que las empresas de citas han llegado a un nuevo nivel tecnológico: están testando robots con perfecta apariencia humana y programados según algoritmos a medida de las preferencias y expectativas de cada usuario. En corto, máquinas perfectas de enamorar. Pero si uno se asoma a la mirada al futuro que propone Schrader, descubrirá que tiene tanto o más de mirada a nuestro presente, de reflexión juguetona sobre las soledades y egotismos que conllevan las nuevas formas de relacionarnos que estamos construyendo.
Otro caso interesante de reescritura del cine histórico nos lo da Bloodsuckers (Blutsauger, Julian Radlmaier, 2021), que en su propio eslogan se define como “una comedia marxista de vampiros” y que opera una ambientación en los años veinte de lo más peculiar. Si Fabian: Going to the Dogs lleva justo a su límite la posibilidad del anacronismo en la escenografía de época, la cinta de Radlmaier cruza ostentosamente ese límite para plagar los escenarios y el vestuario de elementos contemporáneos, dinamitando cualquier asidero temporal, y con ello cualquier idealización de una década muy mitificada. Como ya mencionamos en el artículo que le dedicamos, Bloodsuckers habla de la lucha de clases en un contexto de desencanto con la revolución soviética y toma de forma literal la analogía formulada por Karl Marx del patrón capitalista como un chupasangre para dar vida a unos vampiros que son a la vez metáforas transparentes y apariciones de comedia absurda. Así, la temporalidad y la Historia se encuentran con nuestro presente por la vía del esperpento.
Del presente y el pasado
Sobre el poder y de la Historia, aunque no directamente, también discurre La puerta de al lado (Nebenan, Daniel Brühl, 2021). De marcado carácter teatral, encierra en casi la totalidad de su metraje a su protagonista, un famoso actor residente en Berlín –y una especie de versión autocrítica del propio Brühl– , junto a su vecino, un residente del barrio de toda la vida. El bar en el que se encuentran sirve como escenario que permite explotar progresivamente el conflicto entre ambos, cuidadosamente orquestado por el segundo a modo de revancha. Y es que el protagonista encarnado por Brühl, un pudiente gentrificador del otrora barrio popular, encarna para su vecino, un humilde exciudadano de la RDA, una serie de desigualdades socioeconómicas que desvelan algunas problemáticas del siglo XXI a la par que arrastran otras de la reunificación germana. De nuevo, volvemos a la complicada relación entre pasado y presente.
Sin ánimo de ser exhaustivos, también vale la pena señalar que varias propuestas alemanas de este año han encontrado su lugar entre los espectadores españoles a través de las plataformas de streaming. Ha sido el caso de Cielo rojo sangre (Blood Red Sky, Peter Thorwarth, 2021), un thriller que mezcla una historia de secuestro de un avión con un trasfondo vampírico, o de la comedia romántica Cuatro por cuatro (Du Sie Er & Wir, Florian Gottschick, 2021), ambas estrenadas por Netflix. Mientras que en Filmin puede verse Chico conoce chico (Boy Meets Boy, Daniel Sanchez Lopez, 2021), un drama romántico con ecos de la trilogía Before de Richard Linklater.
En cuanto al cine documental, su excelente recepción impone hablar de Mr. Bachmann and His Class (Herr Bachmann und seine Klasse, Maria Speth, 2021), premio al mejor documental en los Lola y premio especial del jurado en la Berlinale. Una refrescante experiencia que nos propone acompañar durante todo un curso el aprendizaje de un grupo de alumnos de trasfondo migratorio con un profesor muy poco convencional, y que también desgranamos en una entrega. Vale la pena mencionar igualmente The Painter (Der Maler, Oliver Hirschbiegel, 2021) que, en su acercamiento al artista Albert Oehlen, difumina las fronteras entre el trabajo de creación ante la cámara y el que sucede tras ella.