Paraguay
MATRIARCADO SIN PODER Y DERECHOS DE PAPEL?

Matriarcado sin poder y derechos de papel?
Matriarcado sin poder y derechos de papel? | Foto: © Javier Medina Verdolini

De Line Bareiro

MUCHO TRABAJO NO REMUNERADO

Se creía que en el Paraguay había un matriarcado. Obviamente no porque el poder o económico fuese de las mujeres, sino en su inmenso aporte a las familias y porque levantaron dos veces el país.  

Paraguay padeció dos guerras internacionales, contra la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay 1864-1870) y la Guerra del Chaco contra Bolivia (1932-1935). Fueron devastadoras sobre todo la primera, en la que murió la mayoría de la población masculina. Un nacionalismo militarista marcó las ideas políticas del país y dificultaron la igualdad de las mujeres.

En el 2019 había en el país 50,4 por ciento de hombres y 49,6 por ciento de mujeres, con un total de 35,6% de hogares paraguayos con jefatura femenina según la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos (DGEEC). Cooperaron ONUMUJERES y la DGEEC en la primera Encuesta de uso del tiempo (2017), que muestra la diferencia de trabajo no remunerado en los hogares, las mujeres trabajan más tiempo gratuitamente. El tiempo de trabajo de ambos sexos es de, 46,1 horas semanales. No está remunerado el 61,3 por ciento del tiempo de trabajo de las mujeres, mientras que los hombres dedican solamente el 25,3 por ciento de su tiempo a tareas no remuneradas. En el caso de las mujeres se trata de los trabajos domésticos y de cuidado a niños, niñas, personas enfermas, discapacitadas y ancianas. Dan un aporte inmenso y gratuito a trabajos comunitarios. Su gran liderazgo colectivo a las ollas populares, permitió alimentarse gran parte de la población paraguaya pobre durante años de su historia y se volvió evidente durante la pandemia, pero no conviritió en liderazgo público.

Igualdad ante la ley en 33 años

La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación sobre la mujer (CEDAW) fue el único tratado del derecho internacional de los derechos humanos (DDHH) ratificado durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). El debate en la sesión nos muestra que en realidad los senadores consideraban que en el Paraguay ya TODO estaba bien con los derechos de las mujeres en el país.

Lo que no esperaban los senadores y las pocas senadoras stronistas, era que su acción impulsó la emergencia de la segunda ola del feminismo y del movimiento amplio de mujeres en el Paraguay. Un año después se realizó el Primer Encuentro Nacional de Mujeres, con el lema “Por nuestra igualdad ante la ley”. Ahí, en el local del Seminario Metropolitano se analizó la importancia de legalizar la unión de hecho, tan extendida en el país y las discriminaciones a las mujeres en el matrimonio, así como en las leyes penales llegando incluso a tipificar de manera distinta al adulterio femenino y masculino y con consecuencias más graves para las mujeres. Si bien había una ley de derechos civiles de las mujeres desde 1954 que mantenía discriminaciones y el voto en 1961 como último país del continente, hasta la Constitución de 1967 las discriminaba: Artículo 51. Esta Constitución consagra la igualdad de derechos civiles y políticos del hombre y de la mujer, cuyos deberes correlativos serán establecidos en la ley, atendiendo a los fines del matrimonio y a la unidad de la familia.

En los dos últimos años de la dictadura, la Coordinación de Mujeres del Paraguay, lideró la elaboración participativa Del Anteproyecto de Modificación Parcial del Código Civil que pudo presentarse en el mismo año de la caída de Stroessner.  Algunos  avances fueron presentados por diversos sectores como la modificación del Código Penal y la Ley de Divorcio y las mujeres organizadas apoyaron las iniciativas. En ese momento era aun un movimiento urbano y principalmente de Asunción, a pesar de que ya había mujeres campesinas organizadas como tales, con reivindicaciones de clase principalmente.

En 1992 ya se logró la igualdad en las leyes civiles y la creación por ley de la Secretaría de la Mujer de la Presidencia de la República. Pero el punto culminante fue la Convención Nacional Constituyente. Las propuestas del Foro de Mujeres para la Constituyente fueron debatidas por todas las mujeres convencionales constituyentes que formaron una interbanda de mujeres. Se consiguió la igualdad y no discriminación sin condiciones ni excepciones a lo largo del texto de la primera Constitución democrática de la historia del Paraguay. El artículo 48 refleja el gran avance: “El hombre y la mujer tienen iguales derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales. El Estado promoverá las condiciones y creará los mecanismos adecuados para que la igualdad sea real y efectiva, allanando los obstáculos que impidan o dificulten su ejercicio y facilitando la participación de la mujer en todos los ámbitos de la vida nacional.”

Se nombró a la primera ministra del Poder Ejecutivo de la historia y las modificaciones legislativas introducían la idea de igualdad. El milenio culminó con la primera ley contra la violencia doméstica hacia las mujeres en el Paraguay. Para el 2018 se consiguió aprobar la ley 5777 Integral a las mujeres contra toda forma de violencia y en un complejo proceso con avances a pedacitos entre 2009 y 2019 se logró la igualdad legal total de las trabajadoras del servicio doméstico.

La inserción internacional

El Paraguay ha sido en toda su historia un país aislado. El movimiento feminista y amplio de mujeres del Paraguay pudo conectarse a la región primero mediante las iniciativas de educación popular y la agenda de conferencias mundiales. Se reconfiguró en el proceso hacia la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en Beijing en 1995.

La Secretaría de la Mujer primero y el Ministerio de la Mujer a partir de 2013 logró una activa participación tanto en la Comisión Interamericana de Mujeres, UNIFEM y ONUMUJERES, así como en la Mesa Directiva y las Conferencias de la CEPAL. Por fin se nombró Embajadoras del Paraguay. Además, tres mujeres paraguayas fueron electas como expertas de órganos de tratado de la ONU y una de ellas a la Comisión Interamericana de DDHH en la que también había sido electo un hombre anteriormente.
 
La agenda pendiente

El 8 de marzo de 2017 emergió la tercera ola del feminismo paraguayo por primera vez hubo una manifestación masiva y creció en cada 25 de noviembre y 8 de marzo. En diversos espacios públicos se ofreció asesoría jurídica y psicológica a toda mujer que lo necesitara. Se levantó con mas fuerza la reivindicación de derechos sexuales y derechos reproductivos y hasta cambió el estilo y los contenidos de la comunicación. Por fin se cuenta con un movimiento territorial feminista importante en 4 departamentos del sur del país.

Sin embargo, a pesar de observatorios y publicaciones inteligentes, los derechos de las mujeres siguen muriendo en la frágil institucionalidad del Estado paraguayo, muy especialmente en el Poder Judicial que acaba de declarar inocente a un cura abusador, porque solamente una vez le tocó los senos y la espalda a la joven que lideraba la pastoral social y eso que la ley no exige habitualidad. Peor aún, un profesor universitario acosó con más de mil mensajes a una alumna. El pertenece a altas instancias de la estructura judicial del país, así es que la joven terminó pidiendo refugio al Uruguay por persecución fiscal-judicial. El retroceso en las políticas públicas se hizo claro a partir de 2017 con la prohibición de la perspectiva/teoría de género en cualquier material del sistema educativo del país y posteriormente se rechazó la ley de paridad, siendo con Brasil el país con menor representación política de las mujeres en la región.

Ya no se justifica como crimen pasional a los feminicidios, pero la violencia doméstica, sexual y feminicida contra niñas y mujeres se intensificó en la pandemia. Y, cuándo se podrá superar el analfabetismo y falta de oportunidades de las mujeres indígenas? Mujeres fuertes, luchadoras, diversas, trabajadoras tienen una agenda pendiente. Saben que se necesita un mejor Estado, una institucionalidad, que cumpla las leyes que aprueba y se transforme una cultura que justifica múltiples discriminaciones.

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